Inteligencia Artificial y compliance: ¿cómo afecta la regulación a las empresas?

La IA afecta al Compliance de dos maneras: en primer lugar, puede llegar a complicar la tarea de los departamentos de cumplimiento normativo, pero en segundo lugar puede mejorar los departamentos u órganos de Compliance.
Como ya sabrá, la inteligencia artificial (IA) abre nuevos horizontes a las empresas, en especial a mejorar la productividad y a sustituir puestos de trabajo por procesos automatizados y de rápida respuesta. Al final, el tiempo es oro, y la velocidad del ser humano es muy inferior a la velocidad de la computación, aunque esta sea secuencial.
¿Cómo afecta?
La IA afecta al Compliance de dos maneras: en primer lugar, puede llegar a complicar la tarea de los departamentos de cumplimiento normativo, pero en segundo lugar puede mejorar los departamentos u órganos de Compliance.
¿Cuál es el motivo?
El motivo es que, dependiendo de las empresas, la IA puede llegar a suponer graves sanciones e incumplimientos normativos. Esto es, sobre todo, en el caso de que las empresas sean las propietarias y creadoras de la inteligencia artificial. Esto es lo que vemos en el Reglamento (UE) 2024/1689, un reglamento clásico europeo: muchísima regulación, muchos impedimentos y grandes sanciones. Esto es exactamente de lo que se queja Donald Trump, pero también es de lo que reniega Mario Draghi: excesiva regulación = crecimiento nulo. Eso también lo dijo Tavares, el CEO de Stellantis cuando dijo que Europa debía aprender de Marruecos, por las pocas trabas administrativas que este país africano ofrecía.
Régimen sancionador
Por consiguiente, la IA, en Europa, supondrá un grave problema para las grandes empresas, porque deberá ser cercenada constantemente hasta niveles de sanción multimillonaria: en este sentido, el propio departamento de Compliance de empresas como Google, Meta, OpenAI, Deepseek, etc., deberán vigilar de cerca que no haya incumplimiento de este farragoso Reglamento europeo o de lo contrario las sanciones pueden llegar a ser del 7% de la facturación mundial del infractor. Aquí vemos el sesgo recaudador que tiene este Reglamento. No persigue nada más que ir sancionando grandes multinacionales para poder mantener la maquinaria burocrática gigante europea. Maquinaria burocrática que cuando giramos la vista atrás, lo único que nos acaba reportando es desarrollo industrial / tecnológico negativo.
Recuerden que Europa tiene dos empresas tecnológicas punteras: SAP y ASML. ¿Cuántas tiene China? ¿Cuántas tiene Estados Unidos? Pensemos en esto.
Mejora en la productividad
Por otro lado, los departamentos de Compliance deben de estar de enhorabuena, de modo que en vez de tener que contratar tantas personas para analizar contratos, sistemas de toma de decisiones, etc., si la IA realmente se desarrolla (ahora mismo las IAs, sobre todo las genéricas, no sirven más que para creatividad artística, pues fallan estrepitosamente ante cualquier desafío jurídico o económica) y se consigue una IA específica para Compliance, esto puede suponer una mejora en productividad.
El desafío es generar una IA específica, como ya tenemos en algunas bases de datos, en las que podemos pedirle al propia IA que nos diseñe una estrategia jurídica para un caso concreto. Si esto se consigue entrenar a nivel de Compliance, será mucho más fácil y rápido llegar al cumplimiento normativo.
Cumplimiento normativo
Por último, insistir en que, si bien la IA ofrece un gran potencial para mejorar la eficiencia y efectividad del cumplimiento normativo, la teoría imperante es que es fundamental abordar los desafíos éticos y legales para garantizar un uso responsable de esta tecnología. Sin embargo, estamos convencidos al cien por cien, que las IAs no se utilizarán de forma responsable, a pesar de que le queramos poner puertas al campo. Sabemos perfectamente que cuando buscamos cosas en la IA, el proveedor utiliza estos datos para revenderlos con fines publicitarios, igual que ha pasado siempre con los buscadores. Esto, que parece un escándalo, en realidad no lo es tanto. Sabemos perfectamente que los servicios de inteligencia pueden saber todo de nosotros y de cualquiera, y, sin embargo, el mundo sigue funcionando y los humanos seguimos pudiéndonos desarrollar.